09/02: Capitán
Harlock – Vol. 1 (192 Págs.)
Leiji Matsumoto
– Glenat Ediciones 2002
Leiji Matsumoto lleva más
de 50 años dibujando manga y es uno los autores japoneses de culto.
Lamentablemente, muchos lectores son incapaces de leer un cómic suyo por su
trazo grueso, anticuado y poco detallado, pero la ventaja es que los personajes
se ven románticamente estilizados, las metrópolis deliciosamente geométricas, y
espectaculares naves espaciales de ciencia ficción retro en el espacio
infinito. También es cierto que el ritmo narrativo de sus historias no es tan
fluido como los manga más ligeros actuales, o como las obras de otros viejos
maestros como Osamu Tezuka o Shotaro Ishinomori (de hecho en muchas
ocasiones se hace bastante pesado) pero se le perdona por sus entornos
melancólicos, y por el carisma de sus personajes.
Después de presentar a este autor tan
perfectamente imperfecto, hablemos de Harlock.
El Capitán Harlock es una figura
idealizada, un pirata romántico de los de manual. Una historia de frustración,
lucha, pasión y amistad. El supuesto protagonista es un joven que se une a la
tripulación de la nave espacial pirata Arcadia
para vengar a su padre muerto por unos peculiares extraterrestres, pero su
misión en la nave será una que él no espera. Es una herramienta del autor que
sirve de excusa para contarnos todos los detalles de la nave y su pintoresca
tripulación. Esta tripulación es la que da a la obra el auténtico ambiente
pirata, porque realmente se pasan el día bebiendo y haciendo lo que les da la
gana. El motor de la obra es el fervor y perseverancia de Harlock, pero no para saquear como un pirata real sino para
proteger todo aquello en lo que cree (incluyendo cierto planeta).
Al contrario que en otras historias del
autor donde la figura “intocable” es una mujer tipo Maetel, en este caso el personaje aparentemente todopoderoso es un
hombre. En el caso de Maetel o Emeraldas, que son figuras maternales,
el objetivo parece ser que el niño protagonista de cada una de sus historias se
haga fuerte y aprenda muchas cosas sobre las aventuras por el universo. A Harlock, en cambio, Matsumoto (cuyas historias son bastante machistas) le permite tener
un objetivo propio que mueva toda su nave y cada una de las páginas del manga
con ella. Estos son, a mi parecer, los dos tipos de space opera: la
femenina y la masculina.
Y
como muchas de las obras de Matsumoto,
Harlock recicla personajes y tiene
cameos o referencias con cómics como Queen
Emeraldas o Galaxy Express 999,
dando la impresión de que hay un universo común pero al final te das cuenta de
que no le importa para nada la coherencia sino que es capaz de “reescribir la
historia” de su universo cada vez que lo amplía (cosa que hace muchísimas
veces). Parece que su postura es que todo vale para escribir su última buena historia.
A
mí me gusta por el contraste que tiene con las obras más femeninas del autor, pero
personalmente prefiero estas últimas. No obstante, es un manga muy épico que se
puede disfrutar mucho aunque no tenga final para todo lo que cuenta (es una
serie de 5 tomos que nunca tuvo un final). Tanto el sabor romántico y
melancólico que tiene desde el principio como el sabor añejo que le dan sus más
de 30 años de edad me permiten recomendar este manga a todo aquel que haya
sentido curiosidad después de leer esta reseña.
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