08/02: Hellblazer
de Jamie Delano – Vol. 1 (272 Págs.)
Jamie Delano y
John Ridgway – Planeta DeAgostini 2011
Planeta De Agostini se encargó, hace años, de recuperar el material clásico de “Hellblazer” en una bonita edición de 250
páginas aproximadamente por tomo, algo accesible para una serie tan larga como
lo fue Hellblazer. Como su nombre lo
indica, esta etapa corresponde a la guionizada por Jamie Delano,
escritor inglés que abarcó los primeros 40 números de la serie, y aquí
publicados en 4 volúmenes. Este primer tomo de la etapa Delano reúne, por
tanto los diez primeros números de la serie original norteamericana y, aparte
de suponer un ejercicio de nostalgia para aquellos que los leyeran en su
momento (lágrima por Ediciones Zinco y una juventud
perdida) es una buena muestra para los neófitos de lo maravillosos que eran los
tebeos de los años ochenta. Por mi parte, había reseñado los primeros 5 números
publicados por Zinco en el blog el
año pasado, pero me pareció una buena oportunidad de leer la serie completa.
Tras el éxito que tuvo el personaje de John Constantine creado por Alan
Moore para la serie de “La Cosa del Pantano”, Moore recomendó –y Karen
Berger aprobó- para la serie protagonizada por el mago de la
gabardina a su por entonces semidesconocido amigo Jamie Delano. Y lo cierto es que Jamie Delano,
sorprendiendo a propios extraños y con bastante mano libre para hacer lo que
quisiera, llevó a cabo a lo largo de los cuarenta episodios de su etapa el que
quizás sea su trabajo más conseguido rellenando los huecos insinuados por Moore
en su desarrollo del personaje al tiempo que profundizaba en su personalidad y
la dotaba de un carisma que lo acabarían convirtiendo en uno de los personajes
más atractivos de los años ochenta incorporando a las tramas sobrenaturales de
corte barkeriano un contexto de crítica social al neoliberalismo thatcheriano
imperante en el Reino Unido saludablemente transgresor y comprometido para un
cómic DC de aquella época.
En estos primeros
diez números, Delano adapta las estructuras clásicas de las series de novela
negra para, sin prisas, ir desarrollando al personaje y desvelando poco a poco
su pasado utilizando a los variopintos espantajos que se cruzan en su camino (Mnemoth, los demonios que comercian en
el mercado de almas o las sectas de variopinto pelaje) en metáforas para
terrores más cercanos y peligrosos. En estos primeros diez números, el peso de Constantine en la trama es secundario
respecto a la ambientación desarrollada por Delano aprovechando el
conocimiento que del personaje ya tenían los lectores y se centra sobre todo en
las otras notas características de la obra quedando, curiosamente, el personaje
protagonista como un elemento más de los muchos que enriquecen una obra en que
se antoja casi más importante la opresiva atmósfera que logra transmitir. Jamie
Delano se descubre como un guionista comprometido, competente y
sutil que, a pesar de resultar en ocasiones muy “literario”, tiene bastante
claro lo que se trae entre manos con lo que, a pesar del tiempo transcurrido,
la obra resiste bastante bien los años.
En el aspecto gráfico, aparte de las
excelentes portadas de Dave McKean, destaca el trabajo de
todo un veterano como John Ridgway durante los nueve primeros números. Un
dibujante de amplia experiencia que le da a la serie el toque sucio que
requiere –especialmente en los dos últimos, 8 y 9, entintados por Alfredo
Alcalá - y se adapta progresivamente a las complejas
composiciones de página requeridas por los guiones de Delano cumpliendo
honradamente con su cometido. Como curiosidad, tras entre los créditos del
décimo número figura un jovencito Mark Buckingham en uno de
sus primeros trabajos para DC que junto a Richard
Piers Rayner o con Alcalá se mantendrá en
siguientes episodios de la serie.
En definitiva, este primer tomo de “Hellblazer de Jamie
Delano” es un ingrediente indispensable sin el que habría sido
posible cocinar unos añitos después el sello Vertigo, y estos
cómics de Delano deben ser considerados todo un clásico del terror
moderno. De un terror sofisticado, comprometido, inteligente y, por desgracia,
minoritario.
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