martes, 24 de noviembre de 2015

24/11: Black Paradox



24/11: Black Paradox (248 Págs.)
Junji Ito – ECC Ediciones 2014

Junji Ito es uno de los máximos exponentes entre los autores del manga de terror, reconocido por su obra Uzumaki y, más recientemente, Gyo, obra de dos volúmenes publicados al español, de los cuales ya reseñé uno el mes pasado. Junji Ito traslada como pocos las sensaciones de angustia y horror en sus historias. ECC, que comenzó el año pasado con la publicación de manga japonés, ofrece algunas obras de este autor.  La historia comienza de forma tan sencilla como inquietante: cuatro jóvenes, que han decidido suicidarse, se conocen a través de la web Black Paradox y acuerdan realizar dicho suicidio de forma colectiva. Así, parten en coche hacia las afueras de Tokio y comienzan a preparar un tubo que llevará los gases del motor al interior del vehículo. Pero algo extraño sucede. Algunos de estos jóvenes no son quien dicen ser y el plan del suicidio toma un nuevo cariz. Pitan, Taburo, Marceau y Baracchi  acaban envueltos en una espiral de terror donde son tanto los culpables como las víctimas.

 Se barajan múltiples ideas en este manga: la visita a mundos alternativos, la búsqueda de la propia personalidad y la superación de los miedos, el fenómeno de los suicidios colectivos, los límites a los que la moderna robótica puede llegar, el doppelgangër (o doble fantasmagórico de uno mismo), la codicia desmedida a costa de cualquier precio. Son múltiples elementos que, por si solos pueden ofrecer elementos de sobra para crear una buena historia y, combinados en Black Paradox, conforman una red de “causas/efectos” tan interesantes como sorprendentes. Sin embargo, es posible que tantas variables y tan interesantes sean en exceso difíciles de controlar y conjugar. Aunque el relato es fluido y entretenido, se torna en ocasiones algo absurdo, lo que desinfla el nivel de tensión y terror que se quiere trasmitir.
 A nivel gráfico es el Junji Ito acostumbrado. Con trazo limpio, fino y realista. Rico en fondos y variado en escenarios, donde nada falta ni sobra. Los momentos de clímax son tratados con la maestría acostumbrada y, también como de costumbre, recurre a las vísceras y la sangre si el momento lo requiere. En este aspecto, poco se puede reprochar. Lástima que los momentos más intensos se diluyan en parte por ese guión entramado que se torna algo inconsistente.
Para rubricar el tomo, se presentan dos historias cortas: La Lamedora y El Pabellón de lo Paranormal. Mención especial a la primera, donde un ser realmente terrorífico hace de las suyas y nos recuerda a esos fantasmas femeninos japoneses que se aparecen de noche en las calles solitarias.
 En definitiva, un tomo que hará las delicias de los aficionados al género aunque no sea lo mejor de su autor. Ofrece una historia original y variada, entretenida y muy disfrutable, pero que pierde fuerza por culpa de su carácter irreal. No es un terror tan directo, pero es igual de inquietante. Ideal para leer de noche.

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