25/01: Capitán Tsubasa – Vol. 8 (200 Págs.)
Yoichi
Takahashi – Editorial Glenat 2004
Este año también tendrá mucha lectura de mangas deportivos, de series que
tengo pilones de tomos por leer. Este es el caso de Capitán Tsubasa, serie que el año pasado le di unas pocas reseñas,
espero poder avanzar lo suficiente con esta historia. La animación, que es
justo decir que ya era vieja (1983) cuando se emitió aquí, ha quedado como
residuo de la nostalgia generacional que provoca bromas recurrentes sobre el
tiempo que se tardaba en recorrer el campo, y de ella se recuerdan sobre todo
las extravagancias más llamativas del autor del manga, Yoichi
Takahashi: los balones reventados contra el poste, las chilenas
imposibles, y la catapulta infernal de los hermanos Tachibana. Y los nombres anglosajones para niños japoneses me
llamaba la atención, y tuve que esperar a que se publicara el manga para
averiguar los nombres originales.
En este octavo tomo, continúa el partido de
semifinales entre el Nankatsu y el Musashi, pasando por la trampa del fuera de
juego, la crisis de conciencia de Tsubasa, que trae como consecuencia la crisis
de su equipo, hasta que aparece Wakabayashi
y, entre todos, consiguen devolverle su espíritu de lucha, siendo decisiva la
intervención de Misaki, que le da
donde más le duele: en su amor por el fútbol – y más concretamente, por el
balón. El tomo concluye cuando Misugi,
a pesar de su delicado estado, consigue el 4-3 para el Musashi, quedándose inmóvil después, ante el terror de todos los
presentes. De esta manera, se convierte en el tomo más entretenido hasta
el momento, con más carga emotiva y que suceden más cosas.
Pero detengámonos en Jun Misugi, el personaje que se come el protagonismo de este tomo.
Es esencial para que Tsubasa se
defina como personaje, porque debía haber en su camino alguien, en algún
momento, que fuera superior a él, para que pueda superarlo durante el partido
sin ser mejor previamente. Es la única vez que esto sucede en toda la serie. Misugi es el único jugador que también
es calificado como un genio del fútbol. Tiene la misma habilidad innata que Tsubasa para el juego, pero además ha
comenzado a desarrollarla antes, y al ser un año mayor que él, domina mejor las
diferentes facetas del juego. Pero a Misugi el destino le ha jugado una mala
pasada: tiene una dolencia cardiaca que le impide esforzarse para mejorar. Y
así su genio sin entrenamiento queda por detrás del de Tsubasa. El partido entre el Nankatsu
y el equipo de Misugi, el Musashi, marca un hito en la
construcción del personaje de Tsubasa,
porque es su momento más bajo: cuando comprueba que incluso lastrado por su
enfermedad Misugi es capaz de
derrotarlo en varios enfrentamientos directos, está a punto de darse por
vencido, por primera y única vez en su trayectoria, pero en ese momento oscuro son
sus compañeros y su mentor quienes lo
convencen de que debe seguir luchando.
Tras leer el manga, uno se da cuenta de que
el anime era lento hasta lo insoportable, y que estaba lleno de trucos
para demorar la acción y alargar el número de capítulos. Pero lo que en ella
era tortuoso, en el material original se revela divertido, dinámico y
trepidante. El ritmo de los partidos, gracias a la puesta en escena de Takahashi, por lo demás un dibujante no
especialmente dotado, es lo opuesto de lo que aquí experimentamos. Pero más
allá de eso, en mi lectura adulta de la serie descubrí otros valores, más
profundos de lo que puede pensarse en un primer momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario