miércoles, 9 de marzo de 2016

09/03: Hawkworld



09/03: Hawkworld (144 Págs.)
Timothy Truman y Quique Alcatena – Planeta DeAgostini 2008

A finales de los ochenta del siglo pasado, DC Comics se encontraba en pleno proceso de expansión. La reestructuración operada gracias a Crisis en Tierras Infinitas había vuelto a poner a la editorial en la cresta de la ola. Los personajes de siempre volvían de la mano de autores de renombrado prestigio y popularidad: Superman con John Byrne, Batman con Frank Miller, Wonder Woman con George Pérez (todos reseñados en el blog), etc. Había que reconstruir una continuidad y dar un pasado a esos héroes que volvían con fuerza a disputar el mercado a sus colegas marvelianos. Poco a poco, otros personajes menos populares se fueron sumando al relanzamiento y finalmente le tocó el turno a la parejita compuesta por Hawkman y Hawkgirl. Los hombres halcón de DC son, probablemente, los personajes con la historia más enrevesada, liosa e incomprensible de los superhéroes. Así que hagamos un poco de historia.

 Hawkman fue creado por Gardner Fox y Dennis Neville en 1940, para presentarlo como Carter Hall, un arqueólogo que además, era la última reencarnación de un príncipe del antiguo Egipto cuya alma y la de su pareja estaban condenadas a un ciclo de amor y muerte. Posteriormente, durante el relanzamiento de DC en la llamada “Silver Age”, el personaje fue recuperado con un trasfondo radicalmente distinto: se trataba de un policía alienígena, llamado Katar Hol, que arribaba a la Tierra persiguiendo a un criminal y acababa uniéndose con su pareja a la extensa galería de superhéroes terrícolas. Nuevamente, sería Gardner Fox quien se encargaría de los guiones, pero en esta ocasión contaría con los lápices del maestro Joe Kubert para plasmarlos.
 Hawkworld suponía, como se ha dicho, el relanzamiento post-Crisis de la pareja alada y, nuevamente, DC optó por poner el asunto en manos de un autor renombrado: Timothy Truman. Este autor venía de darse a conocer en diversos títulos de la hoy fenecida editorial Eclipse, donde destacaría con el western futurista Scout, como dibujante de la serie Grimjack y con el relanzamiento de Airboy, un aviador nacido durante la edad dorada del cómic yanqui. En esta ocasión trabajaría como guionista y dibujante a lápiz. La tinta correría a cargo de otro ilustre del medio, el argentino Enrique “Quique” Alcatena. Juntos se encargarían de presentar la nueva versión de Thanagar, el mundo alienígena del que los halcones extraterrestres habían llegado a la Tierra. El “mundo halcón” es un lugar decadente y sucio, donde la policía alada a la que pertenecen Katar Hol y Sayera Tal (su pareja profesional y sentimental) patrulla por las zonas más deprimidas y contribuye al mantenimiento de un statu quo bastante podrido. Truman da un tono realista y descarnado a una historia donde la ambientación extraterrestre queda convertido en algo secundario frente a la aparición de problemas muy terrestres.
 Esta miniserie sirvió de prólogo para una serie regular en la que Tim Truman y John Ostrander seguirían contando los avatares de unos halcones y un mundo con reminiscencias un tanto fascistoides que, más tarde, verían repetidas en los Estados Unidos. La mentada ambientación realista del mundo alienígena sirve para introducir entre sus exiliados paisanos una reflexión en torno a su planeta de acogida, el cual parece tener los mismos defectos que Thanagar: una sociedad despiadada y un poco miserable. Esta encarnación de la franquicia halconera se mantendría en el mercado durante el primer tercio de los años noventa. Posteriormente, sucesivas decisiones editoriales (en las que se intentaba corregir la sucesión de inconsistencias surgidas en el período post-Crisis) acabarían embarullando aún más el ya de por sí complicado original de Hawkman, hasta la llegada de Geoff Johns.
 Eso, sin embargo, queda para otra historia. En ésta sólo queda recomendar a título de curiosidad un cómic que quizá ha envejecido un poco mal (sobre todo si se observa con la perspectiva de la evolución posterior del personaje y su entorno), pero que cuenta a su favor con los nombres de sus autores y el prestigio inherente a los mismos.

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