24/08: Materia
Oscura (104 Págs.)
David Lloyd –
001 Ediciones 2012
Materia Oscura es una lujosa recopilación de historias cortas que tienen un
común denominador, el artista británico David Lloyd.
El título hace referencia tanto a la condición genérica de prácticamente todas
las historias, enclavadas en los universos terroríficos o fantásticos de las
publicaciones clásicas de historietas cortas, como en el carácter hasta ahora
inédito de ese material en nuestro país, ya fuera por tratarse de historias de
aprendizaje o publicadas en revistas inglesas o americanas que carecen de
distribución fuera de esos países. Si la recuperación de un material inédito no
es suficiente aliciente, los textos de David
Lloyd que acompañan a cada relato sí deberían serlo. Contextualizando cada
historia dentro de su carrera artística habla de las influencias de cada una de
ellas -algunas rayanas en el plagio inconsciente o adelantándose varios años a
otras historias-, de la forma de encarar artísticamente cada uno de los
proyectos, de su gusto por la experimentación con materiales y técnicas, de la
forma de afrontar el mercado, etc.
Es
lógico que al tratarse de una recopilación de material tan diverso, realizado a
lo largo de varias décadas de trabajo y destinado a diferentes publicaciones,
la calidad de las historias varíe ostensiblemente. Así, las historias Harpía, El oro del demonio y
Diario de un viajero espacial,
todas ellas con autoría completa de Lloyd, presentan un guión no tan atractivo.
Es en las historias donde entran otros escritores y el artista experimenta con
aguadas o pintura cuando el nivel del libro sube ostensiblemente. En el plano
de lo correcto situaría El hombre en
la niebla (con guión de Robert Curran
y el propio Lloyd) y Una impresión duradera. El primer relato, una historia
claustrofóbica ambientada en una urbe brumosa e irreal, va conduciendo al
lector hacia el inevitable clímax de forma harto inteligente, mientras que el
segundo presenta una historia con resabios literarios y cinematográficos (Lloyd cita a Agatha Christie, pero me parece más evidente la sombra de Alfred Hitchcok) para plasmar un crimen
pasional no tan perfecto.
La
mejor parte de la antología pertenece en mi opinión a la de tres guionistas
cuyas obras hablan por sí mismos y que proporcionan un material de partida
bastante agradecido. En Recordando a
Rene (con guión de Stephen Bissette)
un hombre ciego que vive solo con su perra lazarillo en su apartamento no cesa
de recordar a su difunta esposa, una presencia que quizá sea más real de lo que
él mismo cree. En apenas cinco páginas se nos narra una historia de oscuridad y
melancolía bastante potente que merece más de una lectura. La gran muerte (Peter Milligan) plantea un relato intimista y
opresivo en el que se nos refleja un mundo sin esperanza, en el que sólo el
recuerdo por el pasado aleja la sombra de esa muerte final en un mundo sin
niños. En su lugar adapta
una historia de Ramsey Campbell y es una de las
historias más largas del libro, jugando con la cotidianeidad de un ambiente
suburbano y una relación particular para irnos conduciendo al terreno de lo
fantástico e irreal que acabará por succionar a los protagonistas en un mundo
desconocido. Finalmente, y recuperando la contundencia de la parquedad
narrativa, en ocho páginas y con guión de Josef Rother, Ciudad de fantasmas cuenta una
historia próxima a El sexto sentido con vuelta de tuerca final
aterradoramente lógica pero para mí genuinamente sorprendente.
La
edición de 001 Ediciones, en tapa
dura y papel satinado, que quizá no sea la mejor elección para plasmar las historias
en blanco y negro de Lloyd, se
completa con un dossier sobre todos los autores del libro, guinda final a un
tomo imprescindible para los admiradores de David
Lloyd y que permite descubrir la voz de un autor que es alguien más que el
tipo que dibujó al personaje que sirvió de modelo para las caretas que tanto Anonymous como diversos movimientos reivindicativos
han popularizado. Y sólo eso, no es poco.
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