18/04: Vagabond – Vol. 32 (206
Págs.)
Takehiko
Inoue – Editorial Ivrea 2010
Después de una
larga tardanza (el último tomo reseñado data del año pasado), vuelvo con la
sana costumbre de leer Vagabond, la
obra (para mí, cumbre, aunque no sea la más popular) del mangaka Takehiko Inoue, uno de mis artistas fetiches por su
impresionante manejo de la narrativa sin acción e ilustraciones de paisajes,
autor que sin embargo es conocido en Occidente mayormente por Slam Dunk, su obra sobre básquet que su
anime hizo que saltara a la fama. Para los que no hayan leído las reseñas
anteriores, soy breve y sólo y comento que Vagabond
trata sobre la historia de Musashi, el espadachín más famoso de
Japón, quien se embarca en una búsqueda de autosuperación personal que lo
llevará a enfrentarse con los más grandes expertos de las artes marciales del
país. Así poco a poco, con sangre y sudor, va construyendo su propia leyenda,
la del verdadero "vagabundo" más poderoso de todo Japón. Este
trigésimo segundo volumen, publicado por la Editorial
Ivrea con 8 páginas a color y traducciones de Marcelo
Vicente, recopila los capítulos 279 al 287.
En el tomo
anterior, me había quedado en la espera del duelo entre Musashi y el maestro de la esgrima Ito Ittosai.
Esto traerá algunas complicaciones para el protagonista, ya que enfrentarse a
semejante leyenda lo hace dudar, debido a que en su niñez, Ittosai (apodado “El Demonio de la Espada”) era su ídolo a seguir,
el más fuerte de todos, en lo que el joven Takezo
quería convertirse. Para eso tenemos hermosos flashbacks en los cuales volvemos
a ver la niñez del protagonista, algo abandonado en los últimos tomos. Y por si
esto fuera poco, también Ittosai es
el maestro de Kojiro Sasaki, el otro joven con una destreza
increíble para la espada, que está destinado a ser el rival de Musashi. Y Kojiro también hace presencia en este tomo, enfrentándose a su
maestro, mostrándonos un paralelismo entre Kojiro
y Musashi, los dos jóvenes dotados
para la esgrima. Lo último destacable para comentar, es la muerte de Sekishusai Yagyu, de la que en el tomo
anterior ya veníamos viendo cómo el anciano maestro pasaba sus últimos momentos.
Como siempre, estamos ante una historia que
avanza lentamente, con mucho espacio para la introspección, para que los
personajes imaginen cosas, vean imágenes proyectadas de sus propias mentes que
les hablan y ayudan a conocer respuestas, tengan sueños, flashbacks, y todo lo
que le da ese aire intimista y filosófico a esta obra.
Por el lado del dibujo, la obra cuenta con un perfecto apartado técnico-ilustrativo;
alcanzado un dibujo muy realista, profundo y artístico. Este mangaka es uno de
mis autores favoritos, sin duda alguna. Primero, porque sus obras me sorprenden
y encantan a cada página que paso, y segundo, por su gran dibujo, técnica y
precisión artística (de las mejores técnica de dibujo que he visto). Todo un
gran mangaka que merece toda la importancia que tiene y más. Prometo no tardar
tanto en leer el siguiente volumen.
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