23/08: Green Lantern / Green
Arrow (384 Págs.)
Dennis O´Neil y Neal Adams – Planeta DeAgostini 2007
Dennis O’Neil, joven escritor interesado por lo que ocurría en su entorno, quedó
fascinado con los representantes del nuevo periodismo. Y entonces apareció el
editor de DC Julius Schwartz,
preocupado por la caída en las ventas de Green Lantern, y le ofreció
el título para que hiciera con él lo que quisiera. Y el joven Dennis recogió a un personaje que no le importaba a
nadie (Green Arrow, a quien
había hecho perder su fortuna en un reciente episodio de Justice League),
lo emparejó con el superhéroe del anillo y presentó Ningún mal escapará a
mi vigilancia, que acabó en las capaces manos de un aún más joven Neal Adams, convirtiéndose
en uno de los cómics más citados del medio.
A pesar de su juventud, O’Neil no es tan presuntuoso para creer que tiene la
solución a los problemas que, no obstante, quiere denunciar. De ahí que opte
por exponerlos a través de dos visiones contrapuestas y, sin embargo,
complementarias. Green Lantern, como él mismo lo define, es un
superpolicía, preocupado por mantener el imperio de la ley; Green Arrow,
por el contrario, está más interesado en la justicia, por muy huidizo que pueda
resultar este concepto, aunque ello suponga infringir las normas establecidas.
En las primeras historias, un guardián de Oa
hace las veces de observador/árbitro, pero es pronto sustituido por Canario
Negro, más acorde a los propósitos mundanos del experimento. En el
contraste de pareceres radica a menudo el conflicto en las historias.
Se puede ser razonablemente escéptico con el
alcance de la crítica social, pero es imposible cuestionar el acierto en la
definición de los principales personajes. Son cercanos, contradictorios,
sufrientes, humanos. No dejan de ser superhéroes, en el sentido de que sus
motivaciones son insobornablemente honestas. ¿Puede haber una reacción más
contradictoria y, a la vez, coherente que la de Green Arrow
con su pupilo? Quien abandera causas perdidas y se enfrenta a la ley por los
derechos de unos desconocidos es incapaz, en su soberbia, de romper una lanza
por su joven compañero; mientras que Green
Lantern, el superpolicía que preconiza el cumplimiento
escrupuloso de la ley, se vuelve comprensivo y humilde ante el dolor cercano.
Si bien es raro encontrar quien cuestione la
habilidad gráfica de Neal Adams,
a pesar del descuido evidente en muchos de sus fondos, su narración es otro
cantar. Aquí no cabe sino rendirse, por la compenetración a la que llegó con O’Neil. Hay detalles que apuntan esa complicidad,
como la aparición de un cartero con la pinta de Alfred
Hitchcock cuando el trío protagonista cita la película Los
pájaros. Con páginas hermosas (hasta algún splash page), lamentablemente con
la elección de Planeta DeAgostini de
editarlo en el enorme formato Absolute pierde muchísimo.
Estos
cómics obtuvieron una repercusión enorme en el momento de su publicación. Tal
vez por ello, algunas voces han venido luego con el consabido “no era para
tanto”, acusándolos de carecer de una profundidad que, en primer lugar, nunca
buscaron. Pero déjenme decirlo. Sí era para tanto. Y para más. Sin ellos, no
puede entenderse la irrupción de Frank Miller
ni, mucho menos, la de Alan Moore.
Y, más allá de su impacto duradero en el género, siguen siendo unas historias
magníficamente realizadas y con un sabor único e intransferible. Se publicaron
hace más de 40 años, pero podemos leerlas mañana y disfrutar como el primer
día. O más. ¿De cuántas se puede decir lo mismo?
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