26/08: The Crown
(248 Págs.)
James O´Barr – Editorial
Glenat 2012
A lo largo de mi vida he ido postergando el
leer determinadas obras, quizás porque sentía que no había llegado el momento
de acercarme a ellas. Solo en pocas, una vez acabadas, me he preguntado por qué
no las había leído antes. Una de estas obras fue The Crow, el clásico cómic
de James O’Barr, que sentí que luego de ver la
película el mes pasado, era hora de entrarle a su contraparte de papel. Apoyando esta decisión, me topé casi por
casualidad con la edición definitiva que Ediciones
Glénat publicó y tuve un impulso; supe que había llegado la hora de leerlo.
Me ha parecido un cómic brutal, increíble, desgarrador, oscuro, emotivo. En el
fondo, me alegra haberlo leído ahora, seguramente hace unos años no me hubiese
calado tanto.
La
historia es muy sencilla: Eric era
feliz con su vida. Amaba a su novia, Shelly,
más que a nada en el mundo. Ambos vivían juntos e iban a casarse. Deciden salir
fuera de la ciudad para celebrarlo, pero esa noche, cuando el coche los deja
tirados en la carretera al regresar, se topan con un grupo de vándalos muy
puestos que le pegan un tiro en la cabeza a él, y violan y asesinan
violentamente a ella. Eric, sumido en
un dolor infinito, recibe la visita de un cuervo que le insta a que no mire lo
que le están haciendo a Shelly. Pero Eric mira, y recibe el trágico don de
seguir con vida para vengarla y matar a todos los que se la arrebataron. Así,
convertido en una especie de fantasma corpóreo y de aspecto aterrador
(altísimo, delgado, de piel blanca como la ceniza, cabello negro encrespado,
sonrisa imposible, ojos dementes) se le va apareciendo a los del grupo y sus
contactos, para aniquilarlos sin contemplación, aunque esto no logra apaciguar
la tortura en la que está sumida su alma.
A
primera vista, The Crow puede parecer un cómic cuyo motor es la violencia,
y poco más. En efecto, la violencia es parte fundamental, pero el mensaje que
al menos yo he sustraído es que el dolor del alma humana puede llegar a tener
una magnitud tremendista y desproporcionada. Lo que atormenta a Eric es el no haber podido hacer nada
por proteger lo que más quería, algo que se reprocha a sí mismo y que se empeña
en revivir a base de dolor una y otra vez. Según palabras de su autor en esta
edición definitiva, crear The Crow fue su forma de tratar de expiar el
dolor por haber perdido también a la mujer a la que amaba, por una serie de
actos que desencadenaron su muerte y de los que él se atribuye la culpa.
Gráficamente,
me ha parecido alucinante. A lo largo del tomo (es un recopilatorio de todo lo
que se publicó en su momento, con añadidos recientes que el autor, en su
momento, no se sintió capaz de plasmar) se puede ver un cambio de registro del
dibujo, una evolución. Al principio todo es más simple, con trazos más
agresivos, pero al final el conjunto resulta más elaborado, más oscuro, si
cabe. A mí me ha resultado de una belleza difícil de describir.
En cuanto a la edición, está muy bien:
tapas duras, buena impresión, extras a todo color. Lo único que se le puede
achacar son los errores en el texto. Y teniendo en cuenta que, esta edición no
es una traducción del material ya publicado en Estados Unidos, me parece un
poco triste por parte de Glénat que
no se haya tenido especial cuidado en este aspecto.
En resumen: un cómic altamente recomendable
para todos aquellos que sientan una mínima curiosidad o empatía hacia él. Yo,
al menos, no me arrepiento de habérmelo comprado.
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