03/03: Angela
Della Morte (96 Págs.)
Salvador
Sanz – Ovni Press 2011
Ovni Press publicó en
nuestro país uno de los último trabajos historietísticos de Salvador Sanz, Angela Della Morte, que había
sido serializado en las revistas Bastión y Fierro. Hay en
esta obra un leve desplazamiento desde lo monstruoso hacia otra cuestión que,
igualmente, está relacionada con él y que constituye una especie de abstracción
o de sublimación: el tema del mal. Y mientras sigo leyendo obras de este autor
argentino, me sigo haciendo fan de este guionista y dibujante fuera de lo
común.
Sanz
parte en Angela Della Morte de un planteo ficcional: “Mediante un
procedimiento médico, se puede separar el alma del cuerpo y transplantarla a
otro cuerpo con vida, pero sin alma: un desalmado”. Alma y conciencia son, para
el autor, sinónimos, y así usa ambos conceptos en los primeros capítulos; a la
vez, la noción de la muerte como ente activo está colocada en primer plano.
En
una sociedad futurista no demasiado lejana, los avances científicos han logrado
clasificar la muerte como la enfermedad final, un parásito invisible que se
come las almas cuando estas abandonan el cuerpo material si no son capaces de
en un tiempo máximo de 35 minutos entrar en otro cuerpo. Angela Della Morte, es una agente de una de las corporaciones que
luchan por mantener estos secretos a salvo tanto del común de los mortales como
de otro grupo rival con los que luchan por hacerse con la supremacía del
sector. De ahí llega a la idea motriz del largo capítulo “Liberar a la Bestia”, en el cual existe el mal dentro del alma del
hombre y puede extirparse.
Sanz, que ha demostrado
poder dibujarlo todo en lo que a los monstruos se refiere, elige entonces en la
Saga de la Luna colocar una viñeta negra cuando le toca mostrar la esencia del
mal. Hay quienes han querido ver en ese cuadrito negro un dibujo difuminado, pero
por más que se mire y se mire, el monstruo no se ve, aunque esa oscuridad logra
mostrarnos la oscuridad en todo su esplendor. Tenemos, sí, otros
elementos que apuntan a ilustrar lo monstruoso: insectos (cucarachas y
moscas), una suerte de flor hecha de lenguas, un esqueleto gigante con aspecto
de tortuga, la silueta de las almas y la de la propia muerte. Angela
abre los ojos después de sumergirse en la maldad pura, y lo que vemos no es
nada más ni nada menos que sus ojos: su cara está cubierta de moscas. Angela se ha vuelto demonio.
Por último, respecto del espacio en que se
sitúa la acción, hay una viñeta que nos ubica, como es habitual en las
historietas de Sanz, en la ciudad de
Buenos Aires (el Monumento a la Flor de Figueroa Alcorta, como en el final de Nocturno),
pero la historia se desarrolla básicamente en interiores. Eso le cabe bien a
una alegoría sobre el alma, encerrada habitualmente en la cárcel del cuerpo. El
desplazamiento a la Luna tiene que ver, por su parte, con la naturaleza
genérica de Angela Della Morte, ya que el satélite de la Tierra ha
sido siempre el lugar preferido de la ciencia ficción en su forma más
primigenia y clásica y se vuelve así un modo de homenajear los relatos de un
género del que Sanz es gran cultor. Y ese cielo negro del espacio exterior es
un telón de fondo perfecto para el negro mal que pinta el autor. Claro que
también constituye una referencia a la búsqueda de Dios que termina en un
encuentro con el demonio, y donde lo último que vemos, parafraseando a Pink Floyd, es el lado oscuro de la
luna.
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