26/05: DMZ
Vol. 3: El Cuerpo de Un Periodista (128 Págs.)
Brian Wood y Riccardo Burchielli
– Planeta DeAgostini 2008
DMZ: Obras Públicas es la
tercera entrega de una serie que se ha convertido por derecho propio en una de
las mejores obras que editó Vertigo,
casi en el panteón de los personajes fabulosos que todos conocen. En total
tenemos otros cinco números (#13-17
USA) que desarrollan un arco argumental completo y en los que la creación de Brian Wood y Riccardo
Burchielli sigue ganando en complejidad y frescura narrativa (homenaje a
V de Vendetta incluido). Respecto a la edición española, decir que
la reproducción es correcta y fiel, y que como extras se incluyen bocetos
realizados por el dibujante y un artículo como introducción. De un tiempo a esta parte la guerra parece haberse
encauzado a través de la vía diplomática y las escaramuzas armadas han quedado
atrás en la New York de esta historia. Es el momento perfecto
para que las empresas privadas de seguridad y reconstrucción como Trustwell Inc. acometan el proceso de
devolver el esplendor a una infraestructura destrozada. Pero hay un problema:
una ola de actos violentos está dificultando el proceso, provocando además una
escalada de tensión entre Trustwell,
la ONU y los habitantes de la DMZ.
Y
como algo huele a podrido en todo esto, nuestro protagonista Matty Roth decide sacar todos los
trapos sucios a la luz, aunque implique infiltrarse en una de las células terroristas
y poner en peligro a todos sus seres queridos. La
guerra es un gran negocio. Independientemente de los motivos
que la desencadenen, la maquinaria bélica arrastra un sinfín de beneficios
industriales colaterales para empresas armamentísticas, asesorías políticas y
militares, grupos de comunicación, todos ellos sacando provecho de los conflictos
armados. Pero el gran premio viene después. Y es que, quien gana la guerra,
gana los derechos de reconstrucción del país donde se ha desarrollado.
Esto
constituye un motor para toda una nación. Aeropuertos, carreteras, casas,
escuelas, telefonía, luz, agua, gas, poner en marcha todo esto y, de paso,
inculcar un provechoso sentido de las necesidades que cree un futuro consumidor
de exportaciones es suficiente para dar de comer a casi todo un país, al tiempo
que resulta una increíble fuente de ingresos. Especialmente si se usa mano de
obra local menos exigente con eso de los sueldos y las sindicaciones.
No
obstante, a veces existe un escollo que impiden llenar las arcas, y es el terrorismo local. Es en muchas
ocasiones provocado por la pobreza y la falta de esperanza que hacen cautivas
del fanatismo, la alienación o la mala leche a las personas que lo ejercen, perfectamente
ejemplificados en los casos de Amina
y el jefe de la célula terrorista.
Da
gusto ver cómo, cuando se perciben buenos elementos de partida en un cómic,
éste responde trascendiendo su siempre inevitable presentación para
desarrollarlos como se merecen una vez que se tiene cancha para ello. El presente arco de DMZ es, sin duda, lo mejor de
una serie que tomo tras tomo aspira a más; cinco números
compactos, sin capítulos sueltos, que demuestran que Brian Wood le ha tomado el punto exacto a su creación y que Riccardo Burchielli ha hecho lo propio
con los lápices. Es decir, que narrativa y gráficamente resulta una delicia. A
nivel argumental, lejos de agotarse en sí misma, la colección sigue
proponiéndonos nuevos aspectos respecto a los cuales reflexionar. Tal vez
podría achacársele que en esta ocasión la trama resulta algo previsible, pero
la ausencia de contemplaciones y el buen hacer al exponerla eliminan toda gana
de protestar. En definitiva: un cómic potentísimo, duro, realista que
resulta en parábola perfecta de cualquier guerra de la última mitad del siglo
XX o principios del XXI. E incluso, tal vez, de cualquier guerra que una vez
fue.
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