14/12: Clásicos DC: JLA/ JLE –
Vol. 10 (208 Págs.)
Keith Giffen, J.M. DeMatteis,
Gerard Jones, Adam Hughes, Chris Sprouse, Marshall Rogers y Bill Willingham –
Planeta DeAgostini 2006
Abandono las historietas de fantasía y para
lectoras, y me voy al mainstream superheroico del comic yankee. Esta vez, el
décimo tomo de la colección Clásicos DC
de JLA/JLE publicado al español hace
ya años por Planeta DeAgostini. En
este décimo volumen, Planeta consigue
editar el annual #1 de la Liga de la
Justicia, y anuncia que en el nº16 se incluirán
los complementos que hasta ahora se habían obviado, una estupenda noticia para
completistas de Giffen y DeMatteis. La única contra
que se le puede poner a este tomo es que Planeta
ha colocado los episodios desordenados cronológicamente, porque en cuanto a
contenido es uno de los más divertidos. Se recopilan los números Justice
League Europe 20 y 21, Justice League Quarterly 1, Justice League of America 43 y 44, y Justice League Annual 1, publicados (excepto el Annual, que data de 1987) entre Octubre y Diciembre de 1990.
Mientras
que las sagas cósmicas asemejan más a esta serie con el resto de publicaciones
superheroicas, los episodios cortos e intrascendentes, plagados de chistes y
genialidades, son los que han pasado a la posteridad por innovar (y satirizar)
el género. Por ejemplo, en las historias de la JLA hallamos a Sónar, un ladrón metahumano que conduce al periodista amarillista
Tortolini al Dark Side, el bar favorito que
frecuentan los villanos. La jugada de cartas posterior constituye uno de los
momentos álgidos de la colección, pues resulta inevitable para el lector soltar
alguna carcajada. La galería de personajes está integrada por el Caballero,
Masa Negra, Brainstorm, Roca Negra y Palanca… Y con
esos nombres no creo necesario abundar más en la idea.
El annual sitúa a Batman al frente del equipo en una lucha por parejas contra una fuerza maligna que se extiende por diversos puntos del mundo. El Detective Marciano, que recurrirá a la máscara del Dr. Fate, tendrá un papel protagonista. La historieta está dibujada por Bill Willingham, al que ayudan entintadores de la talla de P. Craig Russell o Dick Giordano.
Por su parte, la JLE se topará con el extravagante héroe británico Beefeater justo cuando disfrutan de unas horas de sol en el jardín de la embajada (incluyendo el fanservice de ver a Power Girl). Tras un desastre con la unidad de taquiones instalada por Kilowog, la rama europea se trasladará a Londres, donde Catherine Cobert adquirirá mayor responsabilidad. Después de tanta tensión acumulada, el Capitán Átomo se quitará el estrés yendo de compras con la pandilla, lo que propiciará nuevas situaciones cómicas. El apartado gráfico recae en el dibujante Marshall Rogers, que cubre al ausente Bart Sears, mientras que los guiones continúan en manos de Gerard Jones.
El tomo se completa con una historia larga de Justice League Quarterly -¿cuántos cómics escribía Giffen a la semana?-, donde por fin conoceremos al Conglomerado que lidera Booster Gold. Este nuevo supergrupo está patrocinado por grandes multinacionales como Lex Corp o laboratorios S.T.A.R., que insertan su publicidad en las chaquetas de cuero que visten Praxis, Gitana, Eco, Vapor, Maxi-Man y Reverb (una crítica velada a todos esos uniformes de los noventa que incluían chaqueta de cuero). La ideóloga de todo ha sido Claire Montgomery, ex esposa de Maxwell Lord, y en el bando enemigo tendrán al relaciones públicas Thrunctuous y al cerebro Héctor Hammond. Los lápices de Chris Sprouse han mejorado mucho en pocos meses, aportando ahora un trazo más estilizado que en sus anteriores colaboraciones.
Continúo diciendo, a riesgo de ser repetitivo, que estoy ante una de las mejores obras de fines de los 80 y principios de los 90, y eso que hablamos de una década de oro, donde el material publicado era muy bueno. Pero es que estoy ante una obra que no me canso de leer, que me divierte, que tiene machaca superheroica bien condimentada con humor, y que puede enganchar a cualquier lector joven o adulto que le guste este género.
El annual sitúa a Batman al frente del equipo en una lucha por parejas contra una fuerza maligna que se extiende por diversos puntos del mundo. El Detective Marciano, que recurrirá a la máscara del Dr. Fate, tendrá un papel protagonista. La historieta está dibujada por Bill Willingham, al que ayudan entintadores de la talla de P. Craig Russell o Dick Giordano.
Por su parte, la JLE se topará con el extravagante héroe británico Beefeater justo cuando disfrutan de unas horas de sol en el jardín de la embajada (incluyendo el fanservice de ver a Power Girl). Tras un desastre con la unidad de taquiones instalada por Kilowog, la rama europea se trasladará a Londres, donde Catherine Cobert adquirirá mayor responsabilidad. Después de tanta tensión acumulada, el Capitán Átomo se quitará el estrés yendo de compras con la pandilla, lo que propiciará nuevas situaciones cómicas. El apartado gráfico recae en el dibujante Marshall Rogers, que cubre al ausente Bart Sears, mientras que los guiones continúan en manos de Gerard Jones.
El tomo se completa con una historia larga de Justice League Quarterly -¿cuántos cómics escribía Giffen a la semana?-, donde por fin conoceremos al Conglomerado que lidera Booster Gold. Este nuevo supergrupo está patrocinado por grandes multinacionales como Lex Corp o laboratorios S.T.A.R., que insertan su publicidad en las chaquetas de cuero que visten Praxis, Gitana, Eco, Vapor, Maxi-Man y Reverb (una crítica velada a todos esos uniformes de los noventa que incluían chaqueta de cuero). La ideóloga de todo ha sido Claire Montgomery, ex esposa de Maxwell Lord, y en el bando enemigo tendrán al relaciones públicas Thrunctuous y al cerebro Héctor Hammond. Los lápices de Chris Sprouse han mejorado mucho en pocos meses, aportando ahora un trazo más estilizado que en sus anteriores colaboraciones.
Continúo diciendo, a riesgo de ser repetitivo, que estoy ante una de las mejores obras de fines de los 80 y principios de los 90, y eso que hablamos de una década de oro, donde el material publicado era muy bueno. Pero es que estoy ante una obra que no me canso de leer, que me divierte, que tiene machaca superheroica bien condimentada con humor, y que puede enganchar a cualquier lector joven o adulto que le guste este género.
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