sábado, 14 de junio de 2014

14/06: Real Vol. 8



14/06: Real – Vol. 8 (238 Págs.)
Takehiko Inoue – Editorial Ivrea 2009

Algo de interesante que tiene este manga sin duda, es que no hay una historia central. Tenemos diferentes personajes que van interactuando, y se nos muestran sus diferentes maneras de sobrellevar la discapacidad y las decepciones. El tomo anterior había carecido de la presencia de Hisanobu Takahashi, pero aquí vuelve a tomar el protagonismo, junto con Totomi Nomiya. Nuevamente, esta obra de Takehiko Inoue se merece calificarla como impresionante por su contenido emocional y su “realismo”, tanto en situaciones como en el eximio dibujo. Nos llega al país de la mano de la Editorial Ivrea, y su Import de tomos impresos en España, con la traducción de Marcelo Vicente.

Como mencioné, el protagonismo recae principalmente en Hisanobu, quien se decide finalmente a empezar la rehabilitación. Los doctores intentarán enseñarle los métodos y el entrenamiento para que puedan darle el alta del hospital, y poder manejarse solo con la silla de ruedas, como levantarse de las caídas y volver a la silla. Por supuesto que esto no será fácil, y con su habitual orgullo Hisanobu pensará que puede hacerlo mejor que sus compañeros. Una escena muy graciosa es cuando su padre quiere comprar un celular porque dice querer estar “comunicado con su hijo”, y la vendedora empezará a explicarle las diferentes utilidades de los celulares, y el hombre, por su oficio de alfarero lejos de la tecnología no comprende absolutamente nada.  Finalmente, debido a sus esfuerzos, Hisanobu logrará progresar en su rehabilitación, y es que como decía su padre, su virtud era triunfar en todo lo que le ponga esfuerzo y ganas.
 El resto del protagonismo de este volumen lo toma Nomiya, el cual sufrirá debido a quedarse desempleado y no tener un camino que seguir en la vida. Pero le llegará la respuesta: si igualmente iba a llorar podría intentar al menos seguir aquello que lo haga feliz. Sin dudas esto era el básquet, motivo por el cual se entrenará para entrar en un equipo de primer nivel.
 El tomo cierra con un genial final intimista, cuando llega al hospital un nuevo compañero de cuarto para Hisanobu, un ex luchador (Shiratori) que le dice que creía ser el más fuerte, pero la fortaleza viene de otra parte, y tenemos las escenas del empeño que le ponen Nomiya y  Kiyoharu Togawa (aparece en pocas escenas) a sus sueños, dándonos a entender el emotivo mensaje.
 Nuevamente el lirismo de Takehiko Inoue te hace compenetrar en la serie, con diálogos y silencios sugestivos perfectamente acoplados en el relato. Hay que ser un genio para dibujar página tras página de una persona tratando de levantarse a su silla de rueda sin que nos aburramos ni un poco. Y por supuesto, las expresiones, los fondos, los movimientos del cuerpo, todo tan bien retratado que te deja con la boca abierta.
 Sigo bancando a Takehiko, y sigo esta serie atípica pero adictiva que tantos premios ha ganado en su país de origen.

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