16/09: Saint Seiya – Vol. 1 (192 Págs.)
Masami Kurumada – Editorial Ivrea 2006
Si sos de mi generación
(del 90), seguro que viste o conoces Los
Caballeros del Zodiaco, que tiene como virtud ser una de las series
(junto a Sailor Moon y Dragon Ball) que impulsaron el boom del
anime en Occidente. Aunque en español sea conocida como Los Caballeros del Zodiaco, su
nombre original es Saint Seiya, y es un
manga del género shonen creado en 1986 por Masami
Kurumada y publicado
originalmente en enero de 1986 en la revista Shukan Shonen Jump de la editorial Shueisha. Fue adaptado posteriormente en una
serie de anime de 114 episodios, en tres temporadas en
formato OVA con 31 episodios en total, también hay cinco
películas animadas, sumando además precuelas y secuelas oficiales de la historia original,
permaneciendo así vigente la franquicia
hasta la fecha. Así se transformó en una serie que es todo un mito, y hoy me
ocupa la relectura de su manga original.
El argumento de la
serie (para el que nunca la haya visto) se centra en la historia de un grupo de
jóvenes guerreros denominados “santos” (o “caballeros”), cuyo protagonista
principal es Seiya
(Santo o Caballero que porta la armadura (Cloth) de Pegaso). Estos guerreros luchan del lado de la diosa griega Atenea reencarnada en la humana Saori Kido para proteger a la humanidad de
las fuerzas del mal que quieren dominar la Tierra. Para sus batallas, cada santo utiliza su energía
interior ligada al universo (el "Cosmos"), sus técnicas especiales de lucha, y sus armaduras
,todas inspiradas en cada una de las 88 constelaciones, las cuales los representan como
caballeros o Santos de Atena y los
protegen en los combates.
En este primer tomo (que recopila los primeros
cuatro capítulos), un niño japonés llamado Seiya se ha entrenado durante años en Grecia
para ganar un torneo en una armadura sagrada conocida como "Cloth",
que hacen de él uno de los 88 guerreros sagrados de la diosa Atenea. Con el despertar de la energía
sobrenatural interna llamado "Cosmos", Seiya derrota en la final a su oponente Cassios en la arena del Santuario, ganando
el manto de bronce de Pegaso que fue encargada por el Sumo Sacerdote
(el representante en la tierra de Atenea), por lo tanto convertirse en un Santo
de Bronce. Sin embargo, Seiya y su
maestra Marin de Águila
fueron atacados por Shaina de Ofiuco
esa misma noche. Seiya usa por
primera vez la Armadura de Pegaso derrotando a Shaina y luego regresó a su tierra natal, Japón. Ya en Japón
intentó encontrar a su hermana desaparecida, que había sido separada de él años
antes por un hombre rico, ya fallecido, Mitsumasa Kido, para obligarlo a convertirse
en un santo. Su nieta, Saori Kido, le dijo que si participa en el
Torneo Galáctico, un concurso organizado por ella le ayudará a encontrar a su
hermana. Seiya accede porque será
televisado en todo el mundo y le da más oportunidad para encontrarla. Esta
competición se celebró en Tokio en la réplica exacta del Coliseo de Roma,
construida por la Fundación Kido. En su primera pelea, después de un comienzo
difícil Seiya logra vencer al Santo de Bronce Geki de Osa Menor
después de haber roto sus brazos.
En cuanto al dibujo del
sensei Kurumada, su sencillo trazo,
su singular sentido de la perspectiva y, sobre todo, su particular sello en la
creación de personajes, no es algo que te impresione a primera vista. Pero,
cuando lo analizas a conciencia, te das cuenta que el manga de Saint Seiya, pese a sus limitaciones
superficiales, es una verdadera joya del universo del manga. Si bien los
personajes pueden parecer algo "rígidos" en sus movimientos, esto es
compensado con un hermoso trabajo a la hora de mostrar los poderes de los
Santos, pero en donde Kurumada
realmente se luce es al crear el celestial brillo de las armaduras. Para los
que estén acostumbrados a su estética del anime, o tengan una alta vara de
medir el dibujo en el Noveno Arte, este sencillo trazo les va a parecer
infantil y atrasado en años. Y tal vez lo sea seguramente, pero el manga se
disfruta por su historia y la adrenalina de sus batallas (a veces tan
sangrientas). Un manga bien heredero del clásico Hokuto no Ken.
La versión argentina
nos llegó de la mano de Editorial Ivrea,
con una correcta traducción de Marcelo
Vicente, muy recomendable.
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