26/09: El Hombre del Ciguri –
Colección Metal Hurlant Moebius (56 Págs.)
Moebius – Norma Editorial 2013
La publicación del trabajo realizado por Moebius en la revista Metal Hurlant,
la popular publicación de ciencia ficción editada entre mediados de los años
setenta y hasta finales de los años ochenta, siguió su curso en España de la
mano de Norma Editorial, de los cuales por Amazon he comprado los
cuatro primeros tomos. En este segundo tomo, dejando ya a un lado los relatos
cortos de The Long Tomorrow, aunque sin abandonar cierto tono
folletinesco casi innato en Moebius,
encontramos una historia de ciencia ficción surrealista titulada El Hombre
del Ciguri la cual en realidad resulta una continuación de El Garaje
Hermético que Norma Editorial, por alguna extraña razón,
publicará en el sexto número de su colección. En todo caso, en ambas historias
tendremos la oportunidad de conocer a uno de los personajes más populares e
icónicos de Moebius:
el Mayor Grubert.
Este explorador,
antihéroe de la las tierras aleatorias y planos temporales en los que lo hace
moverse su creador, es una especie de alter ego del agente secreto Jerry Cornelius, un atípico personaje creado en 1965
por el escritor Michael Moorcock
en pleno delirio de la ciencia ficción new wave. Este ha sido un
referente en el mundo del cómic para nombres como Grant
Morrison, Bryan Talbot, Alan Moore
o el mismo Moebius.
En El Hombre del
Ciguri vamos a encontrar una propuesta eminentemente experimental, con un
apartado gráfico en el cual Moebius se
muestra intratable y revulsivo, creando realidades, universos y corrientes
temporales con una sencillez pasmosa e inquietante. La historia resulta en un
laberinto de situaciones y personajes, un relato sin hilo argumental, puro nonsense
y abstracción en viñetas. Este escenario sirve a Moebius para
poner en práctica lo que él acabó llamando “un chiste gráfico” en el cual se sirve
de cierta fragmentación de la cuarta pared implicando y requiriendo de la
complicidad misma del lector si este quiere entrar en el juego. De esta manera,
en las mismas páginas de la obra su autor se escuda detrás de su dibujo como un
espectador más, un títere manejado por su propio relato que se define a sí
mismo como “un cómic desastroso, totalmente improvisado”.
Por lo tanto, El Hombre del Ciguri es Moebius en estado puro, reflejando la obstinación de
este autor por huir de convencionalismos, enemistándose mortalmente con los
clichés, exhibiendo una fuerza narrativa plenamente visual que convierte la lectura
en toda una aventura hacia lo desconocido y lo indescifrable. Este es el
verdadero punto de inflexión en el cual el lector podrá reconocer el auténtico
talento de Moebius o,
por el contrario, renegar completamente de él, porque no estamos ante un
creador de medias tintas, al que sea posible catalogar fácilmente, y las
impresiones que este necesariamente provoca son tan viscerales como su propio
trabajo.
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