sábado, 6 de septiembre de 2014

06/09: Contrato con Dios: La Vida en La Avenida Dropsie



06/09: Contrato con Dios: La Vida en La Avenida Dropsie (520 Págs.)
Will Eisner – Norma Editorial 2009

Ansioso por recibir y leer lo que ya sabía por muchas fuentes era una obra seminal en la historia del noveno arte, no podía imaginar hasta que punto tan potente afirmación se quedaba corta. Y es que cuando una obra de arte llega a tener la consideración de clásico atemporal, es por algo. Es la obra con la que Will Eisner daba el pistoletazo de salida a una nueva forma de hacer cómics, instaurando además un nuevo término que ya ha pasado a la historia, el de Novela Gráfica, pudiendo constatar que la obra ha ganado con los años. Mucho ha llovido desde que en 1978 Eisner publicara por primera vez este volumen que ni era una novela ilustrada ni un cómic con largas parrafadas, sino una suerte de hijo bastardo entre ambas fórmulas de lectura que ampliaba las constreñidas fronteras del cómic-book tradicional. El libro es en sí mismo una trilogía. Contrato con Dios, que sería la primera parte y la que da nombre al libro completo; Ansia de vivir y La Avenida Dropsie. Es llamada la primera novela gráfica de la historia, publicada en 1978 tras varios rechazos editoriales y, sin lugar a dudas, la obra cumbre de Will Eisner.

 Este dibujante criado en Brooklyn en una familia judía, decidió componer una obra donde se reflejara el Nueva York de su vida. Eisner nos enseña en cada una de las partes la extrema dureza vital de esa ciudad y sus gentes así como la inamovible felicidad que acompaña a esa dureza. La vida allí era un drama que a cada paso vislumbraba alegría, desesperación, optimismo y crueldad a partes iguales. El libro trata de ser una autobiografía del propio Eisner sin que él aparezca por ningún lado. Todos somos parte de aquellos con los que nos cruzamos. La historia que se nos cuenta no es la historia de Nueva York, sino de una de sus pequeñas venas, la Avenida Dropsie. Situada en un barrio como Brooklyn, el microcosmos de Dropsie hace inteligibles los acontecimientos de la historia norteamericana por todos nosotros conocidos. Y también muchos de la historia mundial. Dropsie está poblado por gentes de diferentes etnias –judíos, negros, hispanos, italianos, irlandeses, etc.- aunque Eisner, como es lógico, nos muestra más historias de familias judías.
 Hay libros que empiezan flojos para ir, poco a poco, creciendo en el sentimiento del lector. Sin embargo Eisner no disimula y capta al lector con todo su talento desde la primera historia, la que da nombre al libro, la del Contrato con Dios. Hace la prueba de leer la primera historia, la del rabino Frimme Hersh. Si no te estremeces al contemplar el rostro de dolor del rabino mientras le chilla a dios por haberle abandonado, si la sutil manera de Eisner de llevarnos por el dolor de este hombre de buen corazón, ahora desgarrado, no te conmueve, te aconsejo cerrar el libro y olvidarse de emocionarse alguna vez. La historia del rabino centra la atención en el primer libro de tal manera que el resto, aun a pesar de su calidad y emotividad, nos deja fríos. Sin embargo, los otros dos libros que componen la trilogía levantan el vuelo por no verse herederos de dolor de Hersh.
 Ansia de vivir nos enseña una Nueva York en mitad de la crisis del 29. Desesperación, ese es el tema de este segundo libro. Los personajes que por aquí desfilan urden todo tipo de tramas para escapar de su destino apocado. Poco a poco, las historias individuales de cada uno de ellos se van entremezclando, con el discurrir del barrio. Unos conocen a otros y entre todos ellos componen la historia de un barrio que, como todos los barrios, sufre la Historia como un peso que le arrastra al fondo del río.
 Mención aparte merece La Avenida Dropsie, el tercer libro de este volumen. En esta brillante obra, Eisner nos enseña la Historia genérica del barrio Dropsie, de Brooklyn. El llevar de los años provoca cambios poblacionales, étnicos, urbanísticos, sociales. Cada nueva variable introducida por Eisner modifica a los personajes, al barrio, a la globalidad del libro. Sin embargo, como bien nos enseña Eisner en esta visión de su vida, todo en realidad permanece inalterable. Los holandeses no quieren vivir al lado de los ingleses. Los ingleses quieren echar a los nuevos vecinos irlandeses, quienes terminan por reclamar la expulsión de los inmigrantes italianos, enfrentados por la llegada de judíos al barrio. Estos, curiosamente, son los únicos que no se enfrentan a nadie en toda la novela. Al menos como grupo social. Sí que se levantan todos frente a la llegada de la población negra. Aunque toda esta serie de quejas sociales termina siendo siempre sofocada por un atisbo de inteligencia, por una pérdida de miedo ocasionada por una crisis social –puede ser el crack del 29, pero también la guerra de Vietnam- que termina uniendo a todos los grupos sociales presentes en cada momento definiendo y redefiniendo la identidad del barrio una y otra vez.
 Quizás sea esa la moraleja de este libro. Quizás, Eisner nos enseñe que es el miedo lo que provoca los males de ese pobre barrio. Cuando Eisner publica Contrato con Dios, Nueva York es una ciudad sin ley, dominada por los grupos mafiosos. Son los miedos individuales los que, según nos enseña Eisner, permiten a los malos recolocar al barrio, hacer de él lo que quieran y manipular a las personas a su gusto propio. Y Eisner tiene toda la razón a la hora de mostrarnos en el libro que, desde la voluntad de diálogo y la unidad de los vecinos, nadie puede acabar con lo que todos hemos construido.

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