lunes, 3 de agosto de 2015

03/08: Escuela de Monstruos Vol. 1



03/08: Escuela de Monstruos Vol. 1 (48 Págs.)
El Bruno – Pictus 2012

Movido por el deseo de seguir regalándole historieta infantil a la sobrina de mi novia, me encontré afortunadamente con esta serie. Tomás es un pibe tan zarpado que sus padres lo llevan amordazado y encadenado cual Hannibal Lecter hasta un internado en plena Transilvania. El chiquilín es una especie de monstruito, como un heredero de Daniel, el terrible o la película Home Alone. Y cae en una Escuela de Monstruos. Allí sus compañeros se alarman: es el primer alumno humano que la institución tiene en su historia. Lo que sucede muy pronto es que el chico se gana la admiración de sus pares a fuerza de travesuras. Escuela de Monstruos se publica semanalmente en la revista Billiken, con dibujos y guiones del artista El Bruno, y la editorial Pictus recopiló sus arcos argumentales en los diferentes volúmenes que ha publicado.

 Aquí, en este primer tomo, se narra la llegada de Tomás a la escuela de Transilvania, cómo se conoce con sus compañeros, las primeras clases, una excursión a la cocina, la zombie linda del colegio y una inesperada transformación en hombre lobo. Todas con una perspectiva en la que prima la aventura y el humor. Es llamativo que una revista tan conservadora como Billiken haya aceptado un personaje que está lejos de ser un modelo a seguir por sus potenciales lectores. Tomás no es ni cándido ni bueno. Es un quilombero. Y si se utiliza aquí ese término, es porque así hablan los personajes. Entre las muchas virtudes que tiene la serie es la de apelar a un lenguaje cotidiano que seguramente le resulta más que natural a los chicos de entre 7 y 10 años para quienes parece indicada la propuesta.
La narrativa del Bruno es realmente sólida y se la nota muy pulida. No hay textos largos frenando la historia ni explicaciones que entorpezcan la narrativa. Aunque normalmente cada dos páginas hay un pequeño cierre, en general estos “binomios” se permiten entrelazarse en arcos argumentales más extensos (los mencionados párrafos arriba).
También suma puntos la construcción de los personajes, queribles y con rasgos fáciles de identificar y asociar a cualquiera de los monstruos clásicos, pero siempre esquivando (aunque sea con lo justo) el lugar común. Esto va de la mano con una buena construcción de ambiente, tanto desde lo estético como en el contenido, que incorpora con naturalidad los tópicos del terror a la vida cotidiana de una escuela.
 En el apartado gráfico, el dibujante demuestra todo el oficio ganado en el aprendizaje intensivo mismo que le supuso llevar la serie. También está presente la marca de estilo del Bruno, con su trazo redondeado y de línea firme, además de las figuras caricaturescas.
Un libro que confirma lo que los lectores de esta serie ya saben: su autor es un monstruo.

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