lunes, 26 de mayo de 2014

26/05: Libertadores



26/05: Libertadores (48 Págs.)
Enrique Fernández – Glenat 2004

Como me había copado no hace mucho con una obra del dibujante español Enrique Fernández, rápidamente obtuve y leí su primer proyecto en el cómic, Libertadores. En comparación a la obra maestra La Isla Sin Sonrisa, se nota que esta es su primera incursión en el mundo de la historieta, fuera de la animación, pero aún así cabe calificar como heroico la publicación  de una obra de tamaña calidad, urdida, escrita y dibujada por un solo autor, de una calidad media que ronda el notable alto, cabe la redundancia. Porque una primera obra de este genial autor es igual a obras de autores que llevan años en el medio. Y por suerte, fue publicada en el 2004 por la editorial Glenat.

 Libertadores es una ficción, que bordea la fantasía porque el elemento de hechicería es el eje de la historia pero en realidad no existe. Ese juego con los referentes nunca vistos pero sí temidos es el que anima la marioneta de la cubierta del libro, que representa al personaje central de la aventura, San, chico valeroso pero inocente, desprovisto de estatura heroica e incluso de nombre (no sabían a que santo adjudicarle el patronímico y se quedó con “san” el día de su nacimiento). San se enrola con otros soldados y guerreros para acudir a enfrentarse con El Extraño, entidad malévola e inalcanzable que deja sobre sus víctimas marcas en la piel, una especie de epidemia. Y en efecto lo es, porque el supremo villano no se materializa, sólo se palpa el temor ante su contagio, que en realidad es fingido por quienes desean sostener el poder que se cimenta en el miedo. La historieta Libertadores es por ello un seductor camino trazado desde la inocencia hacia la valentía, pasando por alumbrar la ignorancia mediante el dolor y el regusto amargo del poder.

Y digo seductor porque esta fantasía es plasmada por Enrique Fernández con un talento sin igual en el actual panorama español: dibujo llamativo, configuración de espacios fascinante y un estimulante empleo del color y las veladuras. Su trabajo sobre el papel parece heredero directo de su trabajo en la animación aunque aquí va más allá en la plasmación de atmósferas dado el grado de libertad que le permite el cómic.

 El guión se sostiene, pero en aras de su claridad se hubiera agradecido algo más de alegría en el color, pues se pierde el reconocimiento de personajes ocasionalmente. Igualmente estamos ante una historieta que ya de por sí es efectista y efectiva, coherente, seductora y muy prometedora.
Enrique Fernández ha dado el salto de autor revelación a brillante con esta obra, pero se subió al podio de los genios en sus siguientes publicaciones.

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